Tauro

Del Fuego vivo de Aries pasamos a la Tierra sabia de Tauro, expresión de solidez y concreción. Pero a pesar de las muchas diferencias, tienes una estrecha relación con tu «vecino» porque eres absolutamente complementario. De hecho, si Aries representa la llama de la iniciativa, la batuta pasa después a ti, para que puedas dar forma a ese impulso creativo. Porque más allá de los muchos adjetivos que se utilizan para describirlo, tenaz, obstinado, sólido, confiable, este es precisamente el arquetipo que fundamenta tu signo: el principio de la formación. Ese «vientre» en el que se lleva a cabo cada gestación necesaria para transformar la idea o inspiración en algo tangible.

 

Es esta la razón por la que a Tauro se le encomienda una evaluación constante de la viabilidad de las cosas. ¿Se puede hacer? ¿Cuánto tiempo tarda? ¿Cuánto cuesta? ¿Se mantendrá de pie? Todas estas son preguntas que expresan su vocación primaria: tomar lo abstracto y ponerlo en una forma concreta. Luchando contra los límites que impone la materia. Como el escultor, llamado a «liberar» su idea del mármol que la aprisiona, con el sudor de su frente. O como el óvulo que intercepta el espermatozoide y, con tiempo y esfuerzo, lo (trans)forma en lo que tendrá que convertirse para asumir una identidad autónoma.

 

Todas las demás características normalmente asociadas a tu signo (sentido práctico, apego al hogar, a la familia, amor por todo lo que da estabilidad) no son más que reflejos de tu aspiración: fijar las cosas en estructuras capaces de perdurar en el tiempo. Porque en tu filosofía de vida, solo lo duradero ofrece seguridad. Y por la misma razón, los cambios y las novedades te confunden: prefieres situaciones consolidadas en el tiempo, porque a estas alturas ya conoces su fiabilidad. Te encanta disfrutar de la vida, tomártela con calma y dar un paso a la vez, sabiendo muy bien que la paciencia es la virtud de los fuertes.

Del Fuego vivo de Aries pasamos a la Tierra sabia de Tauro, expresión de solidez y concreción. Pero a pesar de las muchas diferencias, tienes una estrecha relación con tu «vecino» porque eres absolutamente complementario. De hecho, si Aries representa la llama de la iniciativa, la batuta pasa después a ti, para que puedas dar forma a ese impulso creativo. Porque más allá de los muchos adjetivos que se utilizan para describirlo, tenaz, obstinado, sólido, confiable, este es precisamente el arquetipo que fundamenta tu signo: el principio de la formación. Ese «vientre» en el que se lleva a cabo cada gestación necesaria para transformar la idea o inspiración en algo tangible.

 

Es esta la razón por la que a Tauro se le encomienda una evaluación constante de la viabilidad de las cosas. ¿Se puede hacer? ¿Cuánto tiempo tarda? ¿Cuánto cuesta? ¿Se mantendrá de pie? Todas estas son preguntas que expresan su vocación primaria: tomar lo abstracto y ponerlo en una forma concreta. Luchando contra los límites que impone la materia. Como el escultor, llamado a «liberar» su idea del mármol que la aprisiona, con el sudor de su frente. O como el óvulo que intercepta el espermatozoide y, con tiempo y esfuerzo, lo (trans)forma en lo que tendrá que convertirse para asumir una identidad autónoma.

 

Todas las demás características normalmente asociadas a tu signo (sentido práctico, apego al hogar, a la familia, amor por todo lo que da estabilidad) no son más que reflejos de tu aspiración: fijar las cosas en estructuras capaces de perdurar en el tiempo. Porque en tu filosofía de vida, solo lo duradero ofrece seguridad. Y por la misma razón, los cambios y las novedades te confunden: prefieres situaciones consolidadas en el tiempo, porque a estas alturas ya conoces su fiabilidad. Te encanta disfrutar de la vida, tomártela con calma y dar un paso a la vez, sabiendo muy bien que la paciencia es la virtud de los fuertes.

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